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Retomar

      Siete años pasaron. Muchos pequeños viajes. Vivo en la casa de mi abuela, sola. Volví a sentir esos cosquilleos de pasar tiempo conmigo. Me di cuenta de que ni un gran amor puede reemplazar esas sutilezas que disfruto en silencio. Viví mucho sin casi irme del país. Tampoco se si lograré pasar más de Uruguay. Por eso no creo que esto sea tanto sobre experiencias en lugares distintos sino donde sea. Mientras esté conmigo.     Esta semana estuve en la reserva de costanera sur. Me costó mucho caminar esos pasos sola. Tuve que obligarme a dejar el celular en el bolso, o sólo sacarlo para fotografiar. Encontré un agilucho en el borde de un mirador. Tenía que ser muy sigilosa pues ante el mínimo rastro se iba hacia al costado, aferrándose a la madera con sus garras. Al darme vuelta encontré a un conocido de la vida. Me dijo que ese ave secuestra huevos de otros pájaros. "Pero se ve tan adorable" pensé. Hace mucho que no lo veía. Me recordó cuando fotografié sus obras de arte m

Escobar

  Ayer comí unos sandwiches y empecé mi travesía a las 14 hs. No soy una viajera estilo madrugador. Lo cual tiene sus pro y sus contras, como tomar trenes a horarios tardíos. De camino a la estación se me rompió el freno delantero con lo cual iba frenando con el otro como podía. Pero eso no iba a impedir que cambiara de idea.     El furgón de bicicletas del tren a José León Suarez estaba repleto. Estuve plantada en el medio de todas las bicis con una postura de bailarina. Al llegar a Villa Ballester y ver el horario a Escobar tenía 40 minutos para entretenerme mirando a la gente. Una señora me comentó que vivió en Escobar que tenía ganas de volver. Que me convenía bajar en Maswich. Llena de quintas. Dos hombres que recién se conocían se iban a fumar porro a los árboles. Reflexioné que tenía que ser más sociable o abierta a entablar conversaciones. Eso también cambiaría mi ámbito de gente. Me ayudaron a subir la bici y colgarla en el gancho del vagón, me senté de frente a mi bici, par

Tigre

    Tenía posibilidad de armar las valijas e irme cuando quisiera, ya que tenía un trabajo por cuenta propia. Pero no ganaba lo suficiente para elegir un lugar muy costoso.     Por lo cual comencé por hacer pequeños viajes en Buenos Aires. El sábado viajé al Tigre en tren, luego con la bici recorrí el puerto de frutos. Me detuvé a tomar tereré mientras recordaba cuando fuí a El dorado Misiones y ahí conocí el gusto refrescante que nos hacía llevadero el excesivo calor de las tardes.     Al llegar, mi amiga me llevó a recorrer el otro lado del río que nunca había visitado. Me dí cuenta que era bastante predecible y debía cambiar ese hábito si quería cambiar mis pensamientos. Modificar lo que veía y cómo. Fuimos haciendo varias paradas sin mirar la hora. Lo cual hizo que cuando llegamos al museo de arte eran las 19 hs y estaba cerrado. Aún así pudimos disfrutar visualmente de el paisajismo estilo francés. Luego sentadas en el muelle saludabamos a la gente que viajaba en los catamara

¿A ésta edad?

    ¿Es verdad que cuanto más pensante es una persona, más aislado de los demás está? No sigue las modas, no va a lugares "típicos" para divertirse, no quiere un trabajo rutinario.     Yo no era una persona común definitivamente y estaba necesitando rever mi situación. Era feliz por momentos, por las noches solitaria.  Me había decidido a emprender un viaje, que cambie mi perspectiva y responda ciertas inquietudes: ¿Qué quería ser? ¿Escritora, fotógrafa, diseñadora o paseadora de perros? ¿Dónde quería vivir? ¿En la playa, frente a un lago o perdida en un bosque? ¿Quería tener familia o muchos amantes? Y la cuestión final ¿Un viaje respondería todo esto?